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Negocios e innovación
Publicado el 1 de Julio de 2025
Redactado por: Escuela de Posgrado UTEC
Para que un producto o servicio sea exitoso, no basta con que sea útil o atractivo: también debe estar diseñado desde una comprensión profunda de cómo las personas realmente se comportan. En eso radica la relevancia de las ciencias del comportamiento, estas permiten identificar qué motiva a una persona a tomar una decisión y qué barreras pueden impedir que lo haga.
No se trata de teorías abstractas, sino de evidencia sobre lo que sí y lo que no funciona en la vida real. Esta es la base para diseñar soluciones efectivas. Pero para que ese diseño realmente transforme, hay que considerar, además, el contexto. Las normas sociales, la cultura y las creencias compartidas influyen poderosamente en cómo se actúa.
En este sentido, la experimentación se convierte en una herramienta esencial para evaluar el impacto de una comunicación, servicio o producto, así lo explica Jaime Unda, expositor del curso Experimentación para el Diseño de UTEC Posgrado y client lead en BeWay – The Behavioral Way, quien señala que entender al usuario de manera profunda implica abandonar las suposiciones y mirar directamente su comportamiento en contextos reales.
A menudo las organizaciones toman decisiones basadas en intuiciones o en la creencia de que las personas actúan siempre de forma racional. Este es uno de los errores más comunes: asumir que los usuarios van a elegir siempre lo que maximiza su bienestar. En la práctica, el miedo, el contexto o incluso la costumbre tienen mucho más peso que un simple cálculo lógico.
Por eso, el diseño conductual (behavioral design) tiene un impacto tan profundo, pero debe ir acompañado de experimentación rigurosa. Si bien el primero permite desarrollar intervenciones para influir en ciertos comportamientos, la experimentación pone a prueba esas ideas y determina cuáles funcionan realmente. El valor está en saber, con evidencia, qué soluciones escalar y cuáles descartar. Esta sinergia entre diseño y prueba permite tomar mejores decisiones, reducir riesgos y optimizar recursos.
Ambos elementos no solo pueden estudiarse en paralelo, sino que se potencian mutuamente. El curso de Experimentación para el Diseño de UTEC Posgrado da un paso más allá del diseño conductual tradicional: traslada el conocimiento al mundo de los datos y la medición rigurosa. Y lo hace con una propuesta que combina estadística aplicada, pensamiento científico y herramientas prácticas para evaluar el impacto real de cualquier intervención.
Para que una organización realmente incorpore la experimentación en su día a día, necesita más que buenas intenciones. Lo primero es un cambio de mentalidad: dejar de hacer las cosas como siempre se han hecho y abrirse a probar, medir y aprender. No todo experimento traerá resultados revolucionarios, pero incluso los avances incrementales permiten afinar procesos y mejorar productos de manera sostenida.
Además, se requieren ciertos perfiles dentro de los equipos. Personas que comprendan la importancia de la estadística, y que a su vez tengan pensamiento científico para interpretar los resultados de manera rigurosa. Pero no basta con expertos, la estructura de la organización debe facilitar que los experimentos se realicen y, sobre todo, que los resultados se traduzcan en acciones concretas.
“Las empresas líderes, como Google, Apple y Microsoft, actualmente realizan mucha experimentación porque los resultados se traducen en mejoras concretas y medibles: productos más ajustados a las necesidades reales de los usuarios, mayor fidelización y retorno a la inversión”, señala Unda.
No es coincidencia que estas organizaciones estén entre las más innovadoras y valoradas por sus clientes.
Si bien los análisis de datos ayudan a identificar patrones —como notar que las personas que usan cierto canal digital tienden a comprar más—, la experimentación permite comprobar si una acción concreta es la que genera ese resultado. ¿Fue el rediseño del botón de compra lo que aumentó las ventas? ¿O coincidió con una campaña paralela? Solo mediante un experimento bien planteado se puede responder con certeza.
En este sentido, saber experimentar marca la diferencia. Un profesional con estas habilidades no solo crea soluciones creativas, sino que puede demostrar con evidencia qué impacto generan. Esa capacidad para validar lo que funciona es cada vez más valorada por organizaciones públicas y privadas en América Latina y el mundo.
El curso de Experimentación para el Diseño de UTEC Posgrado no solo prepara a los profesionales para leer e interpretar datos, sino para diseñar intervenciones que puedan probarse, medirse y escalarse con claridad. Así, se integran las capacidades creativas del diseñador con el pensamiento riguroso del científico en una propuesta práctica, actual y con alta demanda en el mercado.
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Inicio: 23 de julio
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