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Negocios e innovación
Publicado el 16 de Enero de 2024
Redactado por: UTEC Posgrado
Aunque están de moda, las metodologías ágiles -surgida en empresas de desarrolladores de software hace dos décadas- todavía resultan novedosas para muchas organizaciones. Este sistema, adaptable y activo, permite adecuar la forma de trabajo a las condiciones del proyecto para alcanzar flexibilidad e inmediatez en la respuesta al momento de ejecutarlo, sin dejar de poner al cliente en primer lugar. “Es un modelo de mejora continua que implica planificación, creación, comprobación del resultado y, claro, mejora”, sostiene Cyril Pavillard, director de Capacitación y Transformación en Produktiva LATAM y experto de Programas para Empresas de UTEC Posgrado.
Sin el agile, lo que haría una empresa para desarrollar un proyecto nuevo es poner en marcha un proceso lineal que podría tomar años en entregar un producto o servicio con un riesgo significativamente alto de no ser lo que el cliente quiere o espera, porque el tiempo pasó y ese cliente evolucionó y ahora necesita otra cosa. “De ahí que las metodologías ágiles no se centran en prácticas o procedimientos de trabajo, sino que persiguen un gran cambio y una nueva cultura organizativa”, revela Cyril. Por tanto, no es un sistema que se ponga en marcha de un día para otro.
Requiere, entre otras cosas, que se venzan reticencias habituales de los directivos, así como de los empleados, formar a los colaboradores y efectuar los cambios que sean necesarios. “La organización debe establecer una buena base para poder iniciar con esta transformación”, enfatiza Pavillard. Pero ¿cómo lograr ese soporte? El experto de UTEC Posgrado sostiene que yendo al origen para entender qué son las metodologías ágiles. Esto implica adentrarse en el manifiesto, una serie de valores y principios que establecen los lineamientos del marco de trabajo, para saber cómo trazar el plan y qué errores no cometer.
Ocurre que aunque muchas organizaciones han comprendido el propósito y la importancia de ser ágiles, otras confundieron la agilidad con pegar post it en las paredes y terminaron fracasando al querer implementar esta transformación en su cultura organizativa. Uno de esos errores es creer que existe una receta o una fórmula exacta para implementarla. “Por esa razón yo lo llamo marco de trabajo y no metodología, porque una metodología es un parámetro exacto de lo que se tiene que hacer, algo que se aleja completamente de la agilidad”, manifiesta Cyril. Por eso, se debe entender lo ágil como un paraguas que ampara marcos de trabajo que se pueden adaptar al proceso y objetivos del proyecto.
Otro error frecuente es perder el foco del verdadero propósito de la agilidad. Lo que esta busca, en síntesis, es aportar valor al negocio tanto a los clientes como a los colaboradores. Entonces, no se trata de una forma de hacer el trabajo ni tampoco pensar que la transformación es un fin, sino de definir un propósito en común. “Para hacer de la agilidad una meta compartida, los líderes deben trasladar su visión del proyecto al equipo, compartir el objetivo”, subraya Pavillard.
Si estás buscando introducir el marco de trabajo ágil en tu organización y quieres evitar estos errores, en Programas para Empresas de UTEC Posgrado te enseñamos cómo hacerlo. Desde el 2015, intervenimos en 278 organizaciones para sumar valor y hemos comprobado cómo una correcta adopción de las metodologías ágiles hacen a las compañías más eficientes, autónomas y enfocadas en sus clientes. Empieza ahora la transformación de tu organización.
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